Es una artista luchadora, segura de sí misma, que siempre anda buscando una cosa: que la escuchen, que aplaudan su trabajo o que la critiquen, porque ella no tiene términos medios. Es lo blanco o lo negro en la vida. No es fácil proyectar una carrera musical ni desde Hellín ni desde cualquier otra ciudad pequeña, pero a ella no le saca nadie de su tierra. Tiene la voz de caramelo con distintos sabores y es muy valiente a la hora de elegir repertorio. Los temas que ha reclutado en este disco no pueden ser más bellos, pero también muy difíciles de interpretar, aunque ella puede y se adueña de ellos. No imita a las Grandes, ni lo intenta ni lo quiere, aspira a tener sello propio y créanme que lo consigue. Hay que escuchar con mucho cariño este trabajo de Rosaléz, el mismo que ha puesto ella jugándoselo todo. Merece la pena y además es hellinera. ¡Pásenlo!